TENGO GANAS DE TI

PERDONA PERO QUIERO CASARME CONTIGO

escapan...
A TRES METROS SOBRE EL CIELO
De repente ocurre, algo se acciona y en ese momento sabes que las cosas van a cambiar.
Y es ahí cuando te das cuenta de que las cosas solo ocurren una vez...
Ya no hay vuelta atrás, lo sientes, y justo entonces intentas recordar en que momento comenzó todo y descubres que todo empezó antes de lo que pensabas…

Mucho antes…y es ahí justo en ese momento cuando te das cuenta de que las cosas solo ocurren una vez, y que por mucho que te esfuerces, ya nunca volverás a sentir lo mismo, ya nunca tendrás la sensación de estar a tres metros sobre el cielo.

-Soy feliz. Jamás me he sentido tan bien, ¿y tú?
-¿Yo? Estoy de maravilla
-¿Hasta el punto de llegar a tocar el cielo con un dedo?
-No, así no.
-¿Ah, no?
-Mucho más. Al menos tres metros sobre el cielo.
¿Quién me ha privado de la emoción, del sentimiento y de la felicidad?
Ladrón, maldito ladrón del amor, te lo has llevado y después lo has escondido, lo has metido en una botella y lo has arrojado a las más frías profundidades de esta tierra que hoy me acoge...
De algo estoy seguro.
Ladrón, maldito ladrón del amor, te lo has llevado y después lo has escondido, lo has metido en una botella y lo has arrojado a las más frías profundidades de esta tierra que hoy me acoge...
De algo estoy seguro.
No podrá quererla como la quería yo, no podrá adorarla de ese modo, no sabrá advertir hasta el menor de sus dulces movimientos, de aquellos gestos imperceptibles de su cara. Es como si sólo a mí se me hubiera sido concedida la facultad de ver, de conocer el verdadero sabor de sus besos, el color real de sus ojos.
Nadie podrá ver nunca lo que yo he visto. Y él menos que ninguno.
Él, incapaz de amarle, incapaz de verle verdaderamente, de entenderla, de respetarla. Él no se divertirá con esos tiernos caprichos.
Nadie podrá ver nunca lo que yo he visto. Y él menos que ninguno.
Él, incapaz de amarle, incapaz de verle verdaderamente, de entenderla, de respetarla. Él no se divertirá con esos tiernos caprichos.
Tanto ruido pero ningún ruido verdadero. Silencio. Es como si flotase, como si le faltase algo. Todo. Y me doy cuenta. Ya no está. No está aquel motor, el verdadero, el que hace que todo avance hacia delante, el que te hace ver las gilipolleces de la gente, la estupidez, la maldad, y tantas otras cosas y muchas más pero en su justa medida. Ese motor que te da fuerza, rabia, determinación. Ese motor que te da un motivo para volver a casa, para buscar otro gran éxito, para trabajar, cansarte, esforzarte, para alcanzar la meta final. Ese motor que, después, decide hacerte descansar justo entre sus brazos. Fácil. Mágico. Perfecto. Ese motor amor.